Mirá eso!!!

El domingo tuve la oportunidad de ver el Superclásico del fútbol argentino. Mi hermano (eterno bostero) siempre ha disfrutado recordándome que yo era aficionado de River Plate. Era solo eso. Cuando tenía 16 años cómo no iba a simpatizar con el equipo de Enzo Francescoli, Marcelo Salas, Pablito Aimar, Javier Saviola, Juan Pablo Ángel, Marcelo Gallardo, Santiago Solari, y etcétera, etcétera. Eso era nada más. No era amor, era atracción por el buen fútbol. Conforme fui creciendo y mi simpatía llegó a ser más por el fútbol argentino que por un solo equipo. En algún otro post contaré cómo llegué a hacerme de Racing, pero eso es otra historia porque me estoy alejando del tema central.

El domingo pude disfrutar un clásico apasionado. Un juego que han recomendado como una de las 100 cosas que uno debe de ver antes de morirse, y en la Bombonera!!! No es como el clásico español que es jugado por grandes figuras ya consolidadas y que participan, supuestamente, en el mejor y, probablemente, más caro juego de fútbol. El Superclásico argentino es distinto, es como cualquier clásico de barrio en el que quiero ganarle al de la cuadra de enfrente (sin aludir, jeje). Es como cuando en el colegio los de la "D" les queríamos ganar a los de la "A", simplemente por ganarles. Así de apasionado, pero con un ingrediente más: las hinchadas... Un espectáculo del que ahora Boca siempre ha sido dueño, pero a veces le han hecho competencia. Impresionante esa salida de los equipos a la cancha, uno de los momentos en qué más envidio a cualquier jugador que es capáz de salir por un túnel para encontrarse con su gente que le quiere y apoya.

El primer tiempo me pareció algo aburrido (eso es lo malo de querer disfrutar un partido cuando no se tiene camiseta), pero el gol del Tecla Farías fue tan bueno que me hizo olvidar los pasajes aburridos. Medio tiempo y River ganaba 1-0, el estadio en silencio... La que se supone es la porra más bullanguera del mundo, estaba callada!!! Y solo perdía 1-0!!!! En el segundo tiempo, se dan las jugadas qué más impresionan a un fanático. La primera: Abondanzieri (el portero de Boca por si hay alguno que otro que no controle el tema) se hace expulsar derribando a un jugador de River que lo encaraba para poner el juego 2-0; Boca se queda con 10 jugadores. La segunda: Krupovieza (defensa de Boca) se hace expulsar con una barrida terrible que como ser humano no la considero correcta, menos mal no pegó tan fuerte; Boca se queda con 9 y sigue perdiendo.

A 13 minutos del final ingresa Guillermo Barros Schelotto, jugador insignia de Boca, y se encarga de levantar a la afición y de darle algo nuevo al equipo. Desde septiembre de 2004 que creo en la frase "el que perdona pierde". El domingo no fue la excepción, River perdonó demasiado y en el minuto 90 le dan un penal a Boca, que Palermo convierte en el empate. Dudoso o no el penal, el gol cuenta. River le dejó aire a Boca y por eso le empataron. Boca hizo todo lo que estaba a su alcance para no perder el juego, y no lo perdió. Para River el empate sabe a derrota, para el que estaba perdiendo y con 9 jugadores, creo que no...

Así son los clásicos, no importa si no se ganan, pero no se pierden. Una cosa es que te ganen, otra es perder. Una cosa es ganar porque se es superior, otra es ganar porque dejaste todo lo mejor que podías dejar en la cancha. Así se viven los clásicos, unos en la cancha, otros menos afortunados, en la grada, pero todos los jugamos...