Un regalo...

Como buen rojo que soy, estoy que no quepo de alegría. Razones tengo demasiadas: los cremas no salen campeones desde el 2003, somos tricampeones, llevamos doce clásicos sin perder (doce! es demasiado), estamos jugando la final de copa, hace un año y medio salimos campeones de UNCAF, nuestro ídolo es el máximo anotador en la historia de Guatemala, en fín... Tengo demasiados motivos para estar contento. Que si he sido contento siempre? Eso sí que no.

Recuerdo aquella explosión el 4 de junio del 2000 cuando con aquel gol de Carlos González a 8 minutos del final, le quitábamos a los cremas el pentacampeonato. No solo eso, salíamos campeones después de 6 años y dabamos la vuelta después de 8. Sí, porque en el 94 salimos campeones pero oyendo un partido en el que Suchi le empataba a Escuintla, y nos daba a nosotros el título ya sin ningún juego por delante.

Con esto es con lo que tiene que ver mi post. Con el regalo que me ha dado mi equipo como agradecimiento a mi perseverancia. Yo sé que ahora hay un montón de rojos, algunos que se aparecen ahora que el equipo va bien, algunos incrédulos que se convierten, algunos que dicen serlo solo por decirlo, y nosotros.

Nosotros los que nos aguantamos 6 años sin un título de liga, los que pasamos toda nuestra secundaria rodeados de cremas y nuestra mayor alegría fue un título de copa y una liga que ganó Xela. Nosotros los que veíamos que había un patojo que se llamaba Gonzalo Romero que jugaba bien, pero le faltaba algo. Los que también vimos a un tal Guillermo Ramírez que parecía que iba a ser bueno, y que cuando ya era bueno pero todavía era humilde nos dió un autógrafo. Los que ibamos al estadio a ver como Municipal con aprietos le ganaba a Amatitlán para eliminarlo del campeonato (Amatitlán era el que peleaba el campeonato, no el mimado). Los que maldijimos mil veces al traidor de Memín Funes. Los que nos enojábamos cada vez que el necio de Mincho Monterroso metía a jugar al Pescadito Ruiz, no había forma que ese patojo metiera gol, menos mal solo estaba calentando. Los que nos aguantamos aquel 5-0 con el que los cremas salían campeones e iniciaba nuestra sequía.

Sí, somos nosotros los que gritamos con todo un gol de penal. Somos nosotros los que invadimos la cancha cuando ganamos aquella final 9-2. Es a nosotros, que cuando estamos gritando un gol encaramados en la malla del Manuel F. Carrera, tiene que llegar la gente de orden a bajarnos. Sí, es a nosotros a los que el equipo nos está dando todo lo que nosotros le hemos dado, y hasta le estamos quedando debiendo. Pero en el amor no hay deudas.