Amor a la camiseta

miércoles, agosto 16, 2006

Con la piel de gallina

Luego de la resaca del mundial, de un juego amistoso, y de tres fechas jugadas en el torneo local, vuelvo a publicar en el que es tal vez mi blog favorito.

Pues resulta que hoy en la mañana el entreno fue en la pista del Mateo Flores (para los que no lo saben, me estoy preparando para un maratón), pero no quiero hablar acerca del entreno pues tengo un blog para eso. La intención es otra.

Eran las 5:45 de la mañana cuando entro por la puerta que va directo a la pista. Todavía está oscuro pero puedo observar las nuevas butacas vacías y pasan mil cosas por mi mente. Comienzo a imaginar la sensación de ver ese estadio lleno preparándose para rugir en el momento en el que la Selección Nacional salte a la cancha. Doy unos pasos poco a poco dentro del área de vestidores, y pronto me encuentro en la gramilla de un estadio que todavía impresiona. Los graderíos ahora están llenos y el estadio está gritando ¡Gua-te-ma-la! ¡Gua-te-ma-la! ¡Si se pue-de! ¡Si se pue-de! avanzo hasta los carriles centrales de la pista ya con la piel erizada y sabiendo que con este desborde de pasión, con ese loco que está agarrado de la malla gritándole al portero rival, con esas mantas que vienen desde los lugares más alejados del país, con ese estadio que está lleno desde hace dos horas, es imposible... perder?

Perder tal vez si sea posible. Lo que es imposible es dejar de correr una pelota, es imposible dejar de barrerse exponiendo el físico con tal de evitar un gol, es imposible no entregar el alma en el juego. Eso es imposible. Suena un pitazo, no está empezando el juego, me está recordando que no soy futbolista y que tengo que comenzar a entrenar... en la pista...